Somos unos dramáticos. Así: claro, conciso y sencillo.
…pero también somos jodidamente egoístas.
Cuando hay un dolor, aunque sea ajeno a nosotros, nos lo apropiamos. Nos encanta ser protagonistas de absolutamente todo. De lo bueno, de lo malo y lo peor. Además, me atrevo a decir que lo disfrazamos bajo la palabra ‘empatizar’.
Pero ¿por qué? ¿Por qué no relativizamos absolutamente nada? ¿por qué queremos que todo sea nuestro? ¿por qué coño…?