Al fin y al cabo todos huimos

Hace un par de días leí un artículo en la versión smart de la Jot Down. Se titula » Huyamos de aquí» de Juan Tallón. Aquellos que me siguen en las redes sociales sabrán de cuál hablo, me puse bastante pesada y lo pregoné a los cuatro vientos.

La razón de haber sido tan pesadilla es que lo necesitaba. Ese día tenía una sensación rara que me constaba definir, y ahí es cuando apareció Tallón con sus palabras y le pude dar formar: Huir. Sí, quería huir.

Pero no quería huir como cualquiera lo entiende, no, de esa forma no. Hubo una frase que me causó euforia porque ni yo misma lo podría haber escrito mejor: Huir también es ir hasta la esquina de tu calle y volver. EXACTAMENTE. Muchas veces necesitamos «huir» de esa pequeña forma. Ir hasta la playa, coger el coche, sentarte en un parque, aunque sean los lugares de siempre.

Recuerden ¿Cuántas veces hemos visto en las películas que el protagonista se esconde en su lugar favorito? Eso también se define como huir.

Para aquellos que les gusta hacer deporte salir a correr es su pequeña forma de escapar de la realidad. Correr, nadar, jugar al fútbol.

Pero en este pequeño espacio de Internet quería hacer especial mención a aquellas personas,como yo,  que la sensación de querer huir forma parte de su personalidad. Un día mi madre (ella muy sabia como madre mía que es) me dijo: las personas libres siempre pagan un precio muy alto con la sociedad.

Es verdad, por todas las veces que quise huir se multiplicó por dos las personas que no me entendieron. No es que no quisieron, es que ellas simplemente necesitan huir menos que yo, o nosotros.

Eso no quita que , alguna vez, todos queramos coger nuestra maleta y marcharnos. Ir sin despedirnos, dar un portazo, dejar las cosas a medias o, simplemente, meter la cabeza debajo del agua. Un dato importante, para aquellos que somos de costa, nuestra forma de huir se encuentra bajo el mar.

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